En este mismo instante, mientras una mujer está gestando una vida sin ser consciente de ello, hay otra que se enfrenta a la incertidumbre después de una transferencia embrionaria.
Ella calcula cada paso y se siente en una tormenta de emociones, pensando una y otra vez: “¿Qué estará ocurriendo en este instante dentro de mí? ¿Se estará produciendo la ansiada implantación?”
Si esta segunda mujer eres tú:
Por sobre todas las cosas, busca tu cuidado personal e interior. Tu paz. Porque la clave es la perseverancia.
En cada paso que des, tanto el cuidado físico como emocional importan. Los pensamientos que tienes y tu fertilidad están más conectados de lo que crees.
- Haz lo que creas que te hará sentir bien.
- Jamás te sientas responsable por un resultado negativo. Puede suceder y no será tu culpa.
Si tiene que darse el embarazo, se dará. La implantación no es algo que podamos controlar del todo porque la biología muchas veces es caprichosa y toma caminos que, a día de hoy, muchos científicos expertos desconocen.
¿Y qué hay de los pensamientos?
Después de una transferencia embrionaria aparecen pensamientos de todo tipo, algunos cargados de esperanzas, otros -y lo sabes- que despiertan el temor. No te pelees con ellos ni dejes que impacten en tu autoestima. Lo mejor es calmarse, respirar y decir algo así:
- «Decido creer que este embrión se está implantando».
- «Me siento agradecida por esta oportunidad» .
- «Elijo pensamientos que me fortalezcan».
- «Decido creer que…»
Este consejo es parte del trabajo que se hace desde la mentalidad fértil: implica un reajuste en nuestra manera de pensar y percibir la realidad, abriendo las puertas al estado emocional óptimo para gestar.
Permítete sentir y abrazar cada emoción, pero también recuerda que puedes vivir el proceso de la Beta Espera con optimismo, dejando atrás la incertidumbre. Partiendo desde el amor y no del miedo. Con una mentalidad fértil, llena de esperanza, resiliencia y gratitud hacia ti misma.
Un abrazo,